Descubre los lagos cráter y lagunas que decoran la cuenca oriental de Puebla Con la llegada de la nueva normalidad la industria del turismo ha tenido que reinventar la forma de viajar. En esta era Post- Covid, mucho se dice acerca de explorar más de cerca la naturaleza y realizar escapadas en grupos reducidos. Un destino muy recomendable para disfrutar lugares únicos es Puebla.
Explora el destino y descubre sus lagunas y lagos cráter que conjugan belleza y misterio.
Nuestra primera parada puede ser la Laguna de Aljojuca, un cráter volcánico cubierto de agua y cuya profundidad alcanza los 400 metros. Para llegar ahí, los senderos despejados ofrecen postales fascinantes, con un Pico de Orizaba que parece inmóvil y cada vez más grande. Pues la cercanía con el volcán, es un detalle que se agradece entre cada fotografía y a cada paso que se da.
Desde el mirador, la laguna se asoma a lo profundo, rodeada de pequeñas casas y adornada con rebaños que bajan a caminar a su alrededor. Al concluir el recorrido, se puede visitar el atrio del Templo del Calvario, que si bien continúa cerrado, se presta para descansar un momento, hacer un vídeo o tomar algunas fotos.
A 40 kilómetros, se puede encontrar también la Laguna de San Luis Atexcac, en el municipio de Guadalupe Victoria. Al llegar ahí, el paisaje semidesértico es toda una sorpresa, pues el cráter está rodeado de vegetación como sotoles, soyates y lechuguillas, que conducen cuesta arriba para develar lo que podría parecerse a un oasis en el desierto.
Con un profundo verde turquesa, la “Laguna Atexcac”, permanece quieta, solitaria y hermosa. En los bordes, es posible sentarse a disfrutar del sol y el viento, subir un poco más o gozar de la tranquilidad del silencio, ya sea en compañía o con uno mismo.
Unos 12 kilómetros al noreste, la mayor de las lagunas te espera: “Alchichica”, como la conocen cuenta con alrededor de 2 kilómetros de diámetro, se encuentra en los límites de los estados de Puebla y Veracruz y se dice que está conectada con el océano, por esta razón su salinidad es tan alta.
Este cuerpo acuífero, llamado también Axalapasco o Maar, tiene una serie de leyendas que lo envuelven, entre ellas se dice que fue un centro ceremonial para las culturas prehispánicas y que su rara naturaleza cautivó al explorador francés Jacques Cousteau.
Actualmente, las blancas rocas que rodean sus orillas, son resultado de su salinidad y dan la apariencia de ser bloques de nieve, lo que por sí mismo ya es todo un espectáculo.
Por último no dejes de visitar la Hacienda Tepetlcalli, una propiedad construida en 1870 y localizada en el centro de Tepeyahualco. El lugar cuenta con un museo, restaurante y Spa, que ofrece a los visitantes una experiencia completa de desconexión y descanso. El pequeño poblado es perfecto para recorrerse a pie, sin prisa y al atardecer.
Escapar de la ciudad es posible aún en la Nueva Normalidad, el ecoturismo y los recorridos en grupos reducidos son la mejor opción.